La sala de espera
Mi proyecto soñado. El amor de mi vida. Los resultados del examen. Que me pida perdón. El apartamento en la playa. Y el descapotable en la entrada. La jubilación. La paz espiritual. Y ya que estamos la mundial. 100k followers. Que gane mi equipo. El reconocimiento que le haga justicia a mi talento. Que me quieran. El euromillón. El fin de semana. Y el fin de la enfermedad. La nómina. La pizza que tengo hambre. Las vacaciones. El puto tren de los huevos, que como siempre va con retraso…
Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac.
El tiempo pasa. Y aquí sigo, esperando. Muy atento. Concentrado. Lo demás es secundario. Cualquier cosa que suceda puede ser una señal, una pista que me guíe hacia mi destino. ¿No lo sabías? El universo conspira y se transforma, para que yo, que soy su centro, cumpla mis deseos.
Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac.
“¡Txxxx! ¡Ehh! ¡Tú! ¡Sí, tú, tú, el imbécil que está esperando!”
Un personaje llama mi atención. En su cara una mueca en forma de gran sonrisa de plástico. Parece sacado del anuncio “Aquí está la navidad, pon tus sueños a jugar” de 2013. Quiere decirme algo.
“¡Hey! Me recuerdas a mí. Al de antes, claro. Yo ya he llegado. Y desde que lo logré, mi vida es increíble. ¿No ves cómo sonrío? Si quieres te revelo mi secreto. Así tardarás mucho menos en llegar. Sólo te cobraré parte de tu tiempo.”
Sé que me miente. Pero necesito creerle. Así que hago lo que me dice.
Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac.
No llega. Ese cabrón me ha mentido. Vuelvo al plan anterior.
Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac.
Aparece otro tipo. Este tiene pinta de sabio. Va dando consejos a todo el que se le cruza. Al verme, me dice:
“Tranquilo, que lo bueno se hace esperar… Si no llega ahora, es porque el universo lo está preparando. Recuerda que el cosmos conspira para que tú cumplas tus deseos. Sólo debes ser buena persona y mantener tu karma limpio».
¿Y cómo se hace eso?
«Presta atención: Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla Bla”.
Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac.
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827 sesiones de mindfulness, 156 donaciones a ONGs, 38 libros de autoayuda y 3 retiros espirituales más tarde… Y no llega.
Me siento perdido, pero la esperanza es lo último que se pierde ¿no?
Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac-Tic-Tac.
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BOOM.
Todo cambia en un pestañeo. Todo.
Mis oídos pitan. Escucho el latido de mi corazón. Estoy desorientado. ¿Qué pasa?
Es la sala de espera, ha estallado. Ha reventado en mil pedazos con todo lo que había dentro.
Con todos mis planes. Mis fantasías. Mis mañanas soñados. Aquello que pensaba que era yo.
Pero aquí estoy, a pesar de todo.
¿Podría estar la felicidad ya en la sala de espera de la felicidad?
Qué más da. Ya no hay sala.
Ni tiempo.
Ni espera.
Qué alivio.
Este texto ha sido inspirado por una parte del monólogo de la película “Las verdes praderas” de José Luís Garci, interpretado por el eterno Alfredo Landa -más abajo el vídeo con el monólogo completo-:
«Llevo 42 años pensando que lo que vivía no era importante, porque era como provisional. Como si estuviera esperando destino. Yo creía que iba hacia una vida maravillosa. Y mientras estaba en la cola esperando, pues trabajaba y estudiaba como un negro porque tenía que ser así, porque más adelante iba a llegar mi vida, mi verdadera vida. ¿Y sabes qué pasa? Pues que ya ha llegado. Y va y no me gusta. Y un día te mueres. Y se te queda esa carita de gilipollas.»